La Ruta Devota - Zuloark

23 de septiembre del año 2012. Abro los ojos. Estoy metido en un sótano. Un espacio de dimensiones considerables, escasamente iluminado por luz artificial. Estoy sentado en un banco de madera de iglesia y cuatro personas más me acompañan sentadas también en el mismo banco. Delante y detrás de nosotros muchos más bancos se reparten por la sala, todos con otras personas sentadas, todos organizados y enfocados hacia el mismo punto. Las personas están perfectamente arregladas, la mayoría son de raza gitana, los varones llevan pantalones planchados, las camisas perfectamente almidonadas y el pelo engominado; ellas con altos y finos tacones, vestidos elegantes y peinados de peluquería. El lugar al que todos miran es un altar mínimamente decorado. Justo detrás se impone un señor con barba que empuña una guitarra, tiene las venas del cuello hinchadas y la cara roja, está gritando con pasión desenfrenada, a veces acompañado de un coro más o menos espontáneo. La música acopla la sala y construye una atmósfera sensible de comunidad.

prefiero morir, que vivir sin tu gozo, reuniones sin ti, tan solo son un odio, donde la gente no cambia, viviendo siempre a su modo. Tu lluvia tardía y también la temprana, descarga sobre nuestra tierra, el pan dentro en esta vida. Tu lluvia tardía y también la temprana, echa fuera la tristeza como un río de agua viva. Trae tu lluvia temprana y también la tardía…

El 2 de mayo del año 2000, doce años y unos meses antes de la escena del sótano, el presidente estadounidense Bill Clinton decidió suprimir lo que se llamabadisponibilidad selectiva. Una degradación intencionada de la señal de GPS que tenía como finalidad evitar la excesiva precisión de los receptores comerciales modernos. Con la excusa de la defensa del país, EEUU había introducido en todos los GPS civiles un error de hasta 37,5 metros, limitando la precisión horizontal a unos valores de entre 15-100 metros y 156 metros en la vertical. La tecnología había adelantado la conciencia política y debía ser administrada a cuenta gotas por el ‘bien de la humanidad’. La disponibilidad selectiva auto-generaba errores en los sistemas de información geográfica y de geolocalización.

Seguramente para celebrar la supresión de esta medida, David Ulmer, perteneciente a un grupo de Sistemas Globales de Navegación por Satélite, decidió proponer un juego. El día 3 de mayo de ese mismo año escondió un ‘cofre del tesoro’ en los alrededores de Portland, en Oregón, y envió al resto de sus compañeros las coordenadas exactas de su ubicación. El 6 de Mayo ya había sido descubierto dos veces. Acababa de nacer Geocaching. Hoy existen casi dos millones de tesoros en activo, escondidos por todo el mundo, y más de cinco millones de buscadores. Una red virtual de objetos en lugares del campo y de la ciudad que transforman el espacio en el que se encuentran mediante acciones de bajo coste y leve impacto pero muy alta repercusión.

Lo que comenzó como un mero entretenimiento, en la actualidad es un ejemplo más de la transformación emergente de la tecnología. Así como podría decir Bernardo Gutiérrez, la auténtica revolución de los Sistemas GIS –Geographic Information System– no está en los download, recibir información precisa de la realidad; sino en los upload, parasitar las redes y los sistemas GIS para conseguir transformaciones reales en el espacio físico. Igual que Geocaching, existen muchos ejemplos que le dan la vuelta de manera emergente y distribuida a los sistemas de geolocalización global. Plataformas como bikecrossing y bookcrosingno solo transforman el espacio físico mediante estrategias devueltas del espacio digital, sino que además lo completan con micro infraestructuras. En realidad constituyen plataformas transmediáticas que permiten trabajar de manera simultánea en los dos contextos como si fueran el mismo.

Ese día 23 de septiembre, pero casi ocho horas antes de la escena que abre este relato, empezaba en Madrid La Ruta Devota. Una manera distinta de hacer turismo, construida dentro de la infraestructura de Geocaching y en colaboración con el Museo Reina Sofía. Un recorrido que permite ser replicado de la forma en la que cada usuario quiera, encontrando tesoros en una ciudad todavía invisible para muchos. Una ruta que visita, en menos de dos kilómetros del Madrid antiguo, iglesias católicas, antiguas catedrales y conventos de clausura. Iglesias que comparten protestantes y adventistas del Séptimo Día. Mezquitas senegalesas y bangladeshis, la Iglesia Patólica de Leo Bassi, la tercera cúpula religiosa más grande del mundo, la Iglesia Científica de Basilio o la Cienciología madrileña que inauguró el mismísimo Tom Cruise. Sin olvidarnos de la Iglesia Católica China y la Iglesia Evangelista de Filadelfia donde realizan el culto pastores gitanos a una comunidad entregada a la música.

Los sistemas de información geográfica sirvieron ese día para construir una ciudad virtual que visibiliza situaciones invisibles. Sirve para construir y compartir experiencias para las que no fueron pensadas. Como nos dijo el filósofo Luis Arenás después de asistir al culto de la misa gitana:

Yo, ateo declarado, toda la misa estuve pensando en lo que hemos perdido con el proceso de secularización de la modernidad, que no cambiaría por nada, pero que ha dejado atrás formas de comunidad que, tal vez, deberíamos ser capaces de reconstruir en el plano de la inminencia y no en el plano existencial de Dios, que decía ayer el pastor.