Reformar - Andrés Perea Ortega

1. Cambiar algo para innovarlo y mejorarlo
2. Arreglar, corregir, enmendar

Según la Real Academia de la Lengua
a) Una acción
b) Tiene una dirección desde un estado dado a otro mejor

Estas acepciones esconden un propósito moral que precisa de un patrón de referencia (defina usted qué es… mejor). No interesa este concepto de ‘reforma’. Interesa entender que ‘reforma’ es una acción que se justifica a sí misma. Se justifica porque responde a la dinámica de la existencia, a la fuerza de Eros sobre Tánatos. La vida, con sus luces y sombras, frente a la muerte, sin sus luces ni sus sombras. ‘Reforma’ reivindica el paradigma circular, el bucle de los sistemas complejos adaptativos sobre el paradigma posibilista lógico de la flecha newtoniana. ‘Reforma’ significa feliz incertidumbre sobre el flujo de lo real, es decir, sobre la condición de nuestro tiempo que nos convoca a la creatividad y la innovación para celebrar, como chamanes, una ceremonia mágica a través de la cual las fuerzas del cosmos nos sean propicias.

La propia vida es una maravillosa reforma interminable que, por el hecho de suceder, nos agranda el conocimiento. A partir de un estado, y si no se interrumpe ese conocimiento en expansión, nos habita un proceso en regresión hasta otra etapa en la que lo físico se incorpora a otra reforma constante de la naturaleza.

Visto de este modo, la vida sería solo una etapa de una reforma mucho más amplia y permanente, ya antes del parto y más allá de la muerte.

Aplicada esta reflexión a la arquitectura, significaría entender que lo que proyectamos solo es segmento de un carácter, tanto tecnológico como social, iniciado más allá del cuaternario y cuya amortización merecerá milenios.

Seamos humildemente realistas. Nada existe inmutable, y menos en la obra del hombre, y si no reformamos nuestros productos, ya se ocupará la naturaleza de seguir su propio proyecto de reforma cosmológica. ¿Hacia un final de impura entropía?