Geopolítica o una dialéctica de los recursos - Gustavo Diéguez

1938–2014

La más importante empresa que adelantó el ingeniero y arquitecto Antonio Ubaldo Vilar fue la aventura de conquista de las rutas argentinas, a través de la gesta asociada entre el Automóvil Club Argentino (ACA) y Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Aquella innumerable cantidad de paradores, hosterías y estaciones de servicio destinadas al automóvil constituyeron durante la primera mitad del siglo veinte una marca popularmente reconocida y la declaración de victoria de las empresas petroleras sobre la red ferroviaria. Esa ecuación de supremacía creció de manera exponencial, se reprodujo en otras formas y consolidó definitivamente la forma de pensar la geopolítica de los recursos y las trazas sobre el suelo. Desde entonces, la explotación de los bienes no renovables estuvo concebida a partir de la línea de meta que impuso la instancia de su propio agotamiento.

Por ese motivo en los días que corren se vive con ansias la oportunidad de extracción de los últimos tesoros hidrocarburíferos, descubiertos recientemente, mediante el procedimiento del fracking. Esta nueva quimera permitirá mantener durante por lo menos treinta años más el actual esquema energético y prolongará de igual modo el estado de contradicción acerca de los alcances de la emancipación nacional.

El mismo nivel de contradicción indolente que se lanzó a las profundidades del suelo se ha extendido en los últimos veinte años a la explotación de las grandes extensiones superficiales, expuestas a vastos territorios y regiones agroindustriales de monocultivos transgénicos sin rotación.

2014–2038

En Interestellar (2014) Christopher Nolan sitúa al agricultor en el punto más alto de la cadena. La figura del héroe se cifra en el granjero en un mundo devastado por el polvo y la erosión. La película propone que dentro de muy pocos años el colapso de los recursos naturales estará acompañado por el necesario retorno a la producción artesanal de alimentos.

No habría otra forma de comprender una visión del futuro que no sea trágica porque el mecanismo más naturalizado y convencional para la proyección de ficciones es la sola aplicación de un incremento a lo existente, en este caso, a los procesos de explotación concebidos bajo el carácter de un modelo de agotamiento irreversible.

Es probable que el planteo de base de la ficción en este caso no necesite saltos cualitativos vinculados a lo inesperado, sino solo procedimientos de aceleración del estado de las cosas.

Pero lo más paradójico del éxito de verosimilitud de esta hipótesis ficcional es el estado de aceptación de lo irremediable asimilado como lo constitutivo de la sociedad humana. La ficción en este caso ya no le depara un espacio a la aventura. La aventura, al parecer, ha quedado relegada a aquellas épocas de los pioneros en las que el territorio aun podía ser pensado.