Cambios en la arquitectura que afronta una definición circular del tiempo - Izaskun Chinchilla

El interés de los arquitectos por los ciclos naturales constituye un auténtico  descubrimiento en el sentido que Thomas Kuhn dio a este término1. Como parte de la crisis de los paradigmas estilísticos, constatamos que la modernidad o el minimalismo no prevén el envejecimiento, el reciclaje o el cambio de uso. Verificar que nuestros edificios forman parte de una dinámica urbana, natural, social y económica cíclica pone en crisis muchas de las prácticas profesionales generalizadas. La confianza en que un análisis previo del contexto basta para garantizar que nuestro diseño se adaptará bien a su ubicación, la preferencia por la arquitectura de nueva planta frente a la que restaura o reutiliza, o la falta de interés por visitar, fotografiar o publicar arquitecturas en uso o envejecidas, son solo algunas de las viejas costumbres que la aceptación de un tiempo circular pone en crisis. El siguiente paso, también según Kuhn, es que seamos capaces de inventar2 unas nuevas premisas teóricas, instrumentales y metodológicas que incorporen el concepto de ciclos no como una inspiración metafórica sino como un elemento estructural. Necesitamos que la relación arquitectura-contexto se construya a partir de una tupida red de intercambios, requerimos arquitecturas que puedan modificarse o completarse cuando cambien las condiciones de contexto, y entornos urbanos que asuman empáticamente parte de los programas edificatorios. Nuestros dibujos deben completar y constituirse en mitad de algo que ya existe, tratando de que sean las preexistencias las que asuman el mayor porcentaje del nuevo uso y de la nueva anatomía. Tenemos que construir la estética y la imagen de los entornos en uso y erradicar nuestra preferencia por los espacios vírgenes. Que exista y triunfe un futuro paradigma ecológico implica hacer muchos deberes: hay que construir una nueva gestalt3, una forma distinta de percibir y de preferir. Esa gestalt3 comprenderá imágenes mentales o conceptos intuitivos nuevos: construiremos medias naranjas de la naturaleza que existe. Aparecerán términos que nos permitan explicar el por qué o valorar el cómo: trayectividad4, capacidad de adaptación. Deben empezar a parecernos más bellas las fotografías de Bill Owens en Suburbia o las de Stephan Couturier que las de nada que esté sin estrenar.          


1 Kuhn, Thomas S. (1970) “The Structure of Scientific Revolutions” Second Edition, The University of Chicago Press, Chicago. Ver capítulo VI, “La anomalía y la aparición del conocimiento científico” Kuhn presenta por primera vez en el libro lo que para él es un ejercicio científico con contenido innovador: la realización de un descubrimiento. Un descubrimiento es el hallazgo de un suceso natural que viola las predicciones de la ciencia oficial.

2 Ver idem pág. 66 La invención es la segunda gran fuerza que empuja al cambio de paradigma. Una invención consiste en la elaboración de una teoría novedosa que explica la razón de ser de los descubrimientos.

3 Ver idem pág. 112 dentro de capítulo X, “Las revoluciones cómo cambios en el modo de entender el mundo”. Después de una revolución, la percepción del científico con respecto al mundo debe ser reeducada, en algunas situaciones que le eran familiares debe ver una nueva Gestalt. RE-VISIÓN. El cambio de paradigma dota a los científicos de capacidad para ver cosas que antes no veían aunque estaban en su campo de estudio. Incluso manteniendo los mismos instrumentos y los problemas a observar el simple hecho de cambiar la lógica hace que, por ejemplo los astrónomos hayan detectado cosas no registradas. Los científicos, en la práctica de la ciencia normal, a menudo ven cosas a las que, por no estar dentro del paradigma, no prestan atención consciente, es decir, no las perciben. Después de aceptar el nuevo paradigma, se repara, por primera vez, en algunas de estas cosas.

4 Pienso en el sentido que da a este término Agustin Berque en varios textos.