Bruce Lee tenía razón - Carlos Jiménez

Todo conocimiento representa, en última instancia, un aprendizaje sobre uno mismo”.* (Bruce Lee, La entrevista perdida, 1971).

Y esto es precisamente lo que me ha ocurrido. Acercarme al concepto de geopolítica refiriéndolo a mi experiencia profesional como docente en la Bartlett (Univerisity College of London), institución pública inglesa con carácter claramente internacional, en la que más de 80% de mis estudiantes tienen nacionalidad no británica y por lo tanto ejercerán como arquitectos fuera del Reino Unido, e incluso del contexto europeo del que, por suerte o por desgracia, formo parte. Esta situación me ha permitido reconocer y formular los tres principios de contradicción fundamentales, que a modo de cócteles improbables, forman parte de mi labor como tutor. Sin mas dilación, aquí van:

Cóctel #1, INNOVACIÓN TECNOLÓGICA versus CONOCIMIENTO VERNÁCULO: nada sería más empobrecedor que defender que los conocimientos técnicos tradicionales han de dejar paso a los avances tecnológicos contemporáneos, y, sin embargo, ambos conceptos resultan difícilmente conciliables en el ambiente académico actual. Los términos ‘romántico’, ‘primitivo’, ‘arcaico’ o ‘folclórico’ son frecuentemente utilizados con carácter negativamente ejemplarizante para describir los resultados de las investigaciones proyectuales que incorporan la lógica, los materiales o las soluciones arquitectónicas desarrolladas habitualmente en el contexto geográfico y cultural del que formarán parte. El vocablo ‘desarrollo’ denota crecimiento o mejoría de un aspecto, por lo tanto, desde mi punto de vista, ‘desarrollo tecnológico’ implica partir de ‘lo previo’ para conformar ‘lo nuevo’.

Cóctel #2, IDENTIDAD GLOBAL versus IDENTIDAD LOCAL: es difícil definir hasta qué punto la identidad cultural y social de un grupo puede ser respetada bajo el avance imparable de la revolución digital que estamos viviendo. Sociólogos de todo el mundo han descrito la existencia de una nueva identidad global en ciertos sectores de la sociedad actual, a la que se ha nombrado GENERACIÓN Z. La gran novedad de esta identidad global es que no está sujeta a especificaciones geográficas o culturales, sino definida por su capacidad de acceso, entendimiento y uso del entorno digital. Por lo tanto, rechazar la necesidad de conectividad de los usuarios y la tecnificación del medio construido significa magnificar la brecha digital (y la consecuente discriminación) entre generaciones y grupos sociales. Por lo tanto, el futuro de la diversidad depende de fomentar una relación de coexistencia.

Cóctel #3, ORGANIZACIÓN SOCIAL HORIZONTAL versus VERTICAL: bajo el cobijo de la burbuja inmobiliaria española surgió una comunidad de arquitectos y diseñadores altamente hedonistas, que no trabajaban por dinero sino por placer (¿les suena eso de “eramos jóvenes y no teníamos resposabilidades relevantes”?). Desde 2008 las estructuras de trabajo colaborativas (ZULOARK, PKMN, LEON11, etc) se adaptaron al nuevo clima económico, y apostaron por exportar su protocolo de trabajo y visión positiva de organización social activa/colaborativa como antídoto contra la incapacidad de la Administración para establecer posibilidades de desarrollo social, cultural y económico debido, en parte, a la estructura vertical (altamente jerarquizada) de toma de decisiones, no dinámica, patriarcal, heteronormativa, etc.... Lo que aconteció en España no es un hecho aislado, sino un esquema que se repite a lo largo y ancho del globo, que fundamenta su lógica en la hibridación del sistema organizativo, implica y empoderar al ciudadano en la gestión, desarrollo y mantenimiento del entorno en el que desarrolla sus vida, y por lo tanto, utiliza el potencial del capital social y cultural para generar bienestar, y por qué no, una forma de ‘riqueza’ más equilibrada.

Por lo tanto, ¿es posible ejercer la docencia de la arquitectura y no participar en el fenómeno de erradicación de la diversidad arquitectónica, técnica, material y cultural a escala global? Evidentemente es imposible. Exportar conocimiento (metodologías y protocolos proyectuales en nuestro caso) implica, en gran medida, relevar o eliminar la erudición local. Múltiples casos a lo largo de la historia certifican esta relación causa-efecto. Sin embargo, el mundo está en constante evolución, y dicha evolución también puede implicar grades beneficios si preparamos nuestro cóctel concienzudamente. Y ahora mi pregunta es ¿cúal es el método mas adecuado? ¿“agitado, no revuelto”?

Efectivamente, Bruce, tenías razón... los profesores de proyectos somos muy geopolíticos.