The Big Mac Index1 - Esther Jiménez Herráiz

Desde 1986 podemos saber si la moneda de un determinado país tiene un nivel ‘correcto’ en el momento en que vamos a un restaurante de comida rápida McDonalds y preguntamos el precio del menú Big Mac

En Inglaterra,  300 años antes, el feudalismo dejaba paso al capitalismo, imponiendo este último el modelo social y económico que rige nuestros días y que depende en su esencia de la relación entre el Estado, la sociedad y el mercado. Es, en este contexto económico, donde vemos de una manera cada vez más nítida cómo las imposiciones comerciales, territoriales y sociales derivadas del consumismo capitalista se han incorporado al ADN de lo que podemos denominar ‘arquitectura capitalista’.

La arquitectura siempre ha sido estratégica y política. Las aglomeraciones urbanas, generadas a partir de elementos naturales e históricos, se han moldeado desde el punto de vista político. Pero el paralelismo entre arquitectura y doctrina política (democrática, socialista, comunista o incluso fascista) ha dado paso a una equivalencia mucho más explícita en forma y contenido: la arquitectura es capitalista independientemente de su contexto geopolítico y/o cultural2

Los procesos tanto creativos como de producción se expanden  territorialmente a partir de un funcionamiento estratégico-global, lo que da paso a una arquitectura universal o globalizada. Sirva de ejemplo un proyecto globalizado compuesto por un equipo de diseñadores localizados en Canadá, con equipo de delineación en India, trabajando con consultores en Malasia, utilizando sistemas constructivos montados en fábricas alemanas y puestos en obra en Marruecos. Todo ello con reuniones semanales y seguimiento de la construcción diaria a través de la red. 

El posible riesgo de todos estos nuevos modelos proyectuales quizá sea el Lost in translation, propio de una comunicación disperso-geográfica, o bien el de obsolescencia programada, propio de una posible cadena de producción masiva arquitectónica. Todo ello, y en suma, puede llevar a considerar la arquitectura como un 'capital fijo' utilizado por los poseedores del suelo (capitalistas) avocando a una automatización desalmada del proceso arquitectónico. 

El sistema económico-geopolítico ha condicionado y dictado las reglas del sistema arquitectónico durante siglos, pero quizá sea este el momento para revertir esa tendencia donde el posicionamiento de arquitectos, urbanistas, políticos, filósofos y ciudadanos en general sea determinante para redirigir la arquitectura hacia nuevos modelos estratégico-territoriales con un punto de vista responsable con el planeta, minimizando el impacto ecológico y gestionando con sentido común la imparable automatización de la industria3.


1 El termino Big Mac Index fue acuñado por la revista The Economist y se basa en la teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPA).

2 Las aportaciones de Edward W. Soja a las teorías geo-espaciales de la globalización muestran esa magnitud económica en la reordenación de las grandes metrópolis y las consecuencias de esas transformaciones urbanas en los territorios.

3 The Venus Project plantea un modelo económico radicalmente diferente basado en los ‘recursos’ con sistemas urbanos sostenibles y energías renovables y de reciclaje.