‘Gre(Y)en’* - François Roche, Camille Lacadée y Stephanie Lavaux

*Juego de palabras entre green (verde) y grey (gris)

Historia de un tartamudeo entre verde y gris, entre la adicción a la clorofila, sueño de un biotopo ideal, reprimitivizado, reartificializado, en la búsqueda del paraíso perdido, del Jardín del Edén, como cuento para dormir los miedos de los infantes y el gris, gris profundo, que no aparece en el espectro visible —“el diablo siempre engaña creando desconfianza sobre su propia existencia 1.” , dijo Baudelaire— como una fuerza antagonista y sigilosa, como demonio incrustado: mezcla de deseo humano contradictorio que emerge del barro, desde conflictos permanentes, impredecibles e irreductibles, factor de dominación y servidumbre, destrucción y emergencia, que estalla en una fuente de arrogancia e ilusión ilimitada, donde las nociones de éxito y fracaso dependen de una especie de péndulo absurdo de vida y muerte2, que acaricia la frontera entre ambos, en infinito e inestable movimiento, que polimeriza fealdad y belleza, obstáculo y posibilidad, un nudo de materiales de desecho y eflorescencia, de amenazas y protección, de fantasma tecnológico y venganza de la naturaleza, en el proceso de convertirse, un movimiento perpetuo donde nos deslizamos hacia esta sensación suave y extraña que nos asusta y nos acaricia… que nos asusta y nos acaricia…

Estamos en una encrucijada en donde,de cara a una violencia autista, ciega, sorda y muda de artefactos tecnológicos, industriales, mercantiles y servomecanismos humanos, la naturaleza reacciona, con violencia y sin previo aviso, en una vacilación del caos original, motín en contra de la organización de los hombres. Gaïa parece vengarse (Katrina, El Niño, los huracanes Jeanne, Thomas y Nargis, la tormenta Xynthia, el tifón Ewiniae, los terremotos en Indonesia y Japón, los tsunamis colaterales hasta Fukujima,; una cadena de devastadora incertidumbre, impredecible a pesar de nuestras ciencias sismográficas). La furia de los elementos y los dioses, tan rápidos en perdonar nuestra locura, parecen impotentes para apaciguar la rebelión, armada con fuerza interna.

La naturaleza no es una ideología de lavado verde para políticas marginales, tampoco es el milenario sueño escatológico del Jardín del Edén, del que afortunadamente hemos escapado, liberándonos de la ceguera hedonista y acumuladora, para negociar nuestra conciencia con las fuerzas hostiles y oscuras que se estancan en las profundidades del bosque.

Pero estas fuerzas surgen de sus escondites, sus biotopos están invadiendo los espacios que el hombre pensó que podía tomar sin dar algo a cambio, sin transacción: la guerra ha sido declarada, la venganza de la naturaleza no es un cuento para dormir, para mentes inocentes, nuestro belicoso enemigo opera abiertamente, a plena luz del día, en expresión máxima de su arrogancia.

¿Cómo podríamos revelar el conflicto entre, de un lado, las estrategias de conocimiento y dominación, y del otro lado, la monstruosa belleza salvaje de la destrucción? ¿Es este el campo de una impredecible batalla, desconectada, absuelta de todo revoltijo moralista verde y su atractivo postcapitalista? Para sentir esta ambivalencia, este desequilibrio permanente, en el cual las contingencias son el mayor factor de emergencia, naveguemos en esta historia del ‘gre(Y)en’…


1. « Meschers frères, n'oubliezjamais, quandvousentendrezvanter le progrès des lumières, que la plus belle des ruses du diableest de vous persuader qu'iln'existe pas », Spleen Of Paris, Baudelaire, 1858.

2. Edgar Allen Poe, the Pit and the Pendulum as the first scenario of Bachelor Machines.