El tango del mapping - Juan Manuel Rois

Estoy un poco cansado del mapping.

Estamos llegando al límite del mal uso de la herramienta. Hemos estetizado tanto el instrumento que ya convertimos al despliegue gráfico de la información en otro de los fetiches, uno más para nuestro arsenal disciplinar. Como hicimos con el pliegue hace unos 15 años, o con los algoritmos biogenéticos hace 10; nuevamente un concepto tomado en serio por otras disciplinas es secuestrado por los arquitectos sin tener noción real de sus posibilidades instrumentales. El mappingconstituye el medio que preferimos para demostrar nuestras preocupaciones sobre la crisis de lo urbano o lo ambiental. Tanto en concursos como en proyectos de universidad, llenamos dos o tres paneles de cada presentación con estadísticas y datos cuantitativos superpuestos, a veces sin criterio, sobre mapas o fotos aéreas. Una vez establecida la seriedad del problema, pasamos a los próximos 4 ó 5 paneles para mostrar un edifico o intervención urbana que no hubiera necesitado de ninguno de los datos anteriores, porque en realidad no los hemos tenido en cuenta para la conformación espacial de la propuesta.

No estoy en contra de los mapas hermosos, estoy en contra de los mapas hermosos desperdiciados. Mientras otras disciplinas utilizan cada vez más los instrumentos disponibles por la información satelital y digital (GIS/GPS) para tomar decisiones con implicancias reales en la transformación de nuestros territorios (geólogos trabajando para la industria minera y petrolera, ingenieros trabajando para empresas de infraestructura, geógrafos trabajando para multinacionales, etcétera), los arquitectos todavía no entendimos las posibilidades ofrecidas por esta multiplicidad de capas de información y su interacción en escala y tiempo. En paisajismo y diseño urbano nos han sacado un par de cuerpos de ventaja; el beneficio de una base instrumental sujeta al aspecto científico de ambas disciplinas. Tal vez si entendiéramos estos mapas como repertorio de instrucciones, podríamos achicar la distancia entre la información y el proyecto. Como en el grabado de Warhol, las líneas de fuerza se convertirían en direcciones reales en el territorio, nuestro tango se demostraría en el baile.

Los mapas sirven para entender el territorio. Buscamos entender para poder transformar.

Si pensáramos nuestras intervenciones como una capa más de las múltiples que desplegamos para comprender la complejidad de lo real, ganaríamos por partida doble: ocuparíamos el lugar abstracto del mapa y transformaríamos el territorio. Inventaríamos así nuestro propio tango; y al tiempo que explicamos sus reglas, lo bailaríamos.