Geografía de lo invisible - Gustavo Diéguez

Y entonces los viajes se sucedieron, las exploraciones cobraron precisión y la geografía asimiló todo cuanto podía observar por sus medios. Las nociones clasificatorias del conocimiento definieron a la geografía como dueña del estudio de la primera naturaleza y al urbanismo de la segunda naturaleza.

Hoy encontramos a los geógrafos escribiendo sobre las ciudades, una vez que el mundo fuera considerado civilización. Es así como la geografía urbana nos habla sobre los bordes borrados entre los campos de conocimiento.

Las metáforas atraviesan las disciplinas y el conocimiento multiplica sus significados.

La palabra campo, metáfora aplicable a las áreas del saber en general, aplica en nuestra época también al mundo de lo invisible –al de la física más concretamente–, borrando sus límites cuando se establece y comienza a coexistir con el ambiente civilizado. Actualmente estamos sometidos a la presencia de numerosos tipos de campos electromagnéticos de origen artificial: radio frecuencias utilizadas en la telefonía móvil, ondas de radio y televisión, sistemas antirrobo, instrumental médico, detectores de metales, radares, controles remotos, comunicación inalámbrica, etcétera.“Todos ellos forman parte del 'espectro electromagnético' y se diferencian en su frecuencia, que determina sus características físicas y, por lo tanto, los efectos biológicos que pueden producir en los organismos expuestos. A muy altas frecuencias la energía que transmite una onda electromagnética es tan elevada que puede llegar a dañar el material genético de la célula (el ADN), siendo capaz de iniciar un proceso cancerígeno; este es el caso de los rayos X. A las radiaciones situadas en esta zona del espectro se les conoce como 'ionizantes'.”1

Estos nuevos campos describen también una nueva cartografía, representan la aparición de una geografía de lo invisible que atraviesa las ciudades. Como en los tiempos iniciales de la geografía estamos delante de un nuevo mundo por descubrir, un nuevo escenario para representar. La geografía de lo invisible debe llamar entonces a otras ramas científicas para su representación. Pero dada su relativa nocividad, a diferencia o a semejanza de los comienzos del mundo inexplorado, lo invisible es una amenaza. Por cierto, nada más cercano al origen, ni menos diferente que el pensamiento religioso.

Las columnas que componen las antenas marcan de modo genérico el territorio invisible de las ondas. Las subestaciones y las receptoras de señal de telefonía móvil, como nuevos mojones de otros campos, seguramente instalarán una nueva política de `latifundios de frecuencia negativa´. No pasará mucho tiempo para comenzar a considerar económicamente estas trazas. El mayor valor de la tierra resultará entonces inversamente proporcional a la presencia de los campos electromagnéticos en tanto los sistemas modernos de registro puedan tener el mismo nivel de difusión y acceso al mundo inmobiliario que han tenido las noticias sobre contaminación en general para el ciudadano medio en los últimos diez años.

La información circulante en Internet sobre el electrosmog, multiplicada considerablemente en los últimos años, tanto como la misma información de Internet en general, comienza a incorporarse a las columnas de opinión y a las causas defendidas por las asociaciones protectoras del ambiente.

Mientras tanto, el dilema sobre la verdad y la acción está en manos de las disyuntivas zigzagueantes que se les presentan a los líderes políticos locales que entrevén que las amenazas visibles de orden social, prioritarias por contundente apariencia como la carencia de viviendas, infraestructuras y redes de servicios, continuarán prevaleciendo y sucumbiendo ante la inevidencia de las ondas, hasta que este problema entre en nuestro campo visual y de esa manera se separe de los territorios de la fe.


1 RED ELÉCTRICA DE ESPAÑA. Resumen sobre los campos eléctricos y magnéticos generados por las instalaciones eléctricas de alta tensión. Mayo 2003. En este documento la empresa proveedora de electricidad de España, a través de argumentos científicos y de informes internacionales, desestima los efectos nocivos para la salud de las actuales frecuencias urbanas de los campos electromagnéticos.
Abundan los informes científicos que desestiman por completo la nocividad, pero el volumen del negocio de la telefonía móvil acerca una razonable resistencia sobre la credibilidad de cada informe promulgado.