Por una tergiversación1 de los Sistemas de Información Geográfica para la descripción disidente de lo espacial - Miguel Mesa del Castillo Clavel

La popularización de los Sistemas de Información Geográfica –SIG– ha suscitado importantes polémicas entre los estudiosos de las disciplinas que se ocupan de los fenómenos espaciales: la especialización de los paquetes de software; la complejidad de los programas; el elevado precio de las licencias; el acceso restringido a la información; la escasa democratización de la producción cartográfica; la insuficiente garantía de veracidad ante la intoxicación frecuente de los datos2; los obstáculos para la distribución de software libre3; la limitación de licencias de uso de fotografías aéreas, capas y coberturas para SIG4, especialmente las elaboradas por la administración pública; etcétera. Son solamente algunos de los argumentos presentes en los numerosos debates movilizados en torno a la fabricación contemporánea de cartografías.

Todas estas controversias han levantado sobre los SIG la sospecha de que son, casi exclusivamente, una actualización en clave digital de las clásicas tecnologías de sujeción que asistían a las campañas cartográficas tradicionales, originalmente concebidas para el dominio territorial o colonial. La demanda de un SIG que sirva a las personas y no en exclusiva a la materialización institucional de los proyectos de control y reticulado espacial es algo relativamente reciente. Los manuales sobre SIG se centraban sobre todo en la explicación y el desarrollo de las cuestiones técnicas, la programación o la visualización, pero la atención a los efectos de la herramienta sobre los asuntos que preocupan a la cartografía crítica (poder, género, dispositivos, ciencias sociales, resistencia…) era algo prácticamente inexistente en la literatura especializada, si bien el giro epistemológico ha sido muy importante.

Los procedimientos foucaultianos de control de los discursos por oposición entre lo verdadero y lo falso, que gobierna la voluntad de saber, es decir, lo que es conocimiento y lo que no lo es, la importancia de la institución y el blindaje de los campos disciplinares que regulan las condiciones bajo las que se establece que pueden ser utilizados los discursos (limitando la entrada en ellos a los individuos no deseados, normalmente legos), son operaciones discursivas muy frecuentes en las prácticas del diseño espacial, incluidas, por supuesto, la arquitectura y el urbanismo. Las herramientas de la disciplina contribuyen a la producción de hegemonías que instauran formas de confianza y credibilidad difíciles de objetar y que se hacen más resistentes cuanto más opacos sean los dispositivos que las posibilitan. Por ejemplo, es indudable la imagen concreta del mundo que impone uno de los monopolios digitales más robustos de la red,Google Earth, que combinado con la interfaz de consulta de mapas Google Maps, ha formulado una interpretación de la ‘realidad’5 que hoy es prácticamente indiscutible, muy próxima a la idea del ‘espacio absoluto’6 y muy alejada de las lecturas relacionales que favorecen las posibilidades políticas de lo espacial. Quebrantar estas formas de dominación ideológico-instrumentales es una de las tareas más urgentes de cualquier práctica resistente.

John Brian Harley, el precursor de la cartografía crítica, no tuvo tiempo de extender su reflexión sobre la naturaleza discursiva de los mapas7 hacia los nuevos dispositivos tecnológicos de las ciencias geográficas. Su trabajo quedó interrumpido poco antes de que las nuevas tecnologías provocaran un cambio fundamental en los procedimientos de elaboración de los mapas y de que, a consecuencia de este giro tecnológico (entre otras razones), se enunciara también una nueva ontología espacial. Pero algunos autores, como Jeremy Crampton o Marianna Pavlovskaya8, han dedicado parte de sus esfuerzos a actualizar el pensamiento de Harley para hacerlo operativo en el nuevo escenario tecnológico. Ambos autores, que han estudiado la representación política del espacio a través de los SIG9, proponen una lectura crítica que combina la observación técnica con el análisis teórico y el enfoque cuantitativo original de los SIG con sus posibilidades en la descripción cualitativa, para impulsar nuevas formas de ciudadanía digital y de empoderamiento espacial mediante la popularizaciónamateur de los SIG.

Esta apuesta por la emergencia de una revisión tergiversada de las ciencias cartográficas digitales como depositarias de tecnologías de resistencia es cada día más decisiva, y tanto el arte más interesado en los asuntos socioespaciales, como la arquitectura, el urbanismo y la geografía, en sus prácticas antagonistas o disidentes10, lograrían beneficiarse mucho del modo en el que las tecnologías cartográficas avanzadas pueden ser utilizadas de manera operativa, equipándose y estableciendo relaciones extradisciplinares11 con geógrafos, programadores y científicos de la cartografía para formular nuevas lecturas y modelos espaciales, que sean resistentes a los relatos instituidos, y para proponer una interpretación de la ciudad y el paisaje como contrafigura del espacio normalizado y reticulado por el mandato de las estructuras políticas hegemónicas.


1 El término hace referencia a la traducción más común del término/concepto situacionistaDetournement. Alude a la acción artística y política consistente en tomar algún objeto o tecnología creada por el sistema político hegemónico y distorsionar su significado y aplicación para producir un efecto contrario a sus objetivos originales. En esencia se trataría de una ética hacker avant la lettre.

2 Es bien sabido que las instituciones y organismos que custodian la información georeferenciada suelen incluir, escondidos entre sus baterías de datos, los llamados ‘huevos de Pascua’ en el argot de la cartografía digital. Consiten en la introducción de errores voluntarios en los conjuntos de datos, de manera que pongan de manifiesto que se ha utilizado un material no autorizado y protegido por licencias propietarias para así perseguir judicialmente a los infractores. Véase el caso, por ejemplo, de la denuncia interpuesta porOrdinance Survey contra la Automovile Association en el Reino Unido: «News Release: Centrica and Ordnance Survey settle AA copyright case - 05 March 2001», s. f., http://www.ordnancesurvey.co.uk/oswebsite/media/news/2001/march/centrica.html.

3 Junto a esta reivindicación también aparecen frecuentemente muchos activismos (sobre todo en los ambientes académicos de geógrafos) que defienden el perfeccionamiento del software mediante fórmulas de colaboración distribuida en red y la defensa de sistemas operativos open source yfreeware.

4 Véase al respecto la campaña emprendida por algunos redactores del diario The Guardian en el Reino Unido: «Give us back our crown jewels | Technology | The Guardian», s. f., http://www.guardian.co.uk/technology/2006/mar/09/education.epublic.

5 De la realidad física y de la discursiva, considerando la enorme cantidad de documentos fotográficos, textos, vídeos, etc., que son accesibles a través de los servidores de Google Maps y de Google Earth.

6 Espacio absoluto en el sentido newtoniano: una sustancia en la que ocurren las cosas; espacio relacional en la interpretación de Leibniz, que reconoce el espacio como el conjunto de relaciones entre los objetos.

7 J. Harley, La nueva naturaleza de los mapas: ensayos sobre la historia de la cartografía, 1. ed. (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2005).

8 Marianna Pavlovskaya, "Theorizing with GIS: a tool for critical geographies?", Environment and Planning A 38, No 11 (2006): 2003 – 2020, disponible en http://www.envplan.com/abstract.cgi?id=a37326.

9 Jeremy W Crampton, Mapping : a critical introduction to cartography and GIS (Chichester, U.K.; Malden, MA: Wiley-Blackwell, 2010).

10 Existen ya numerosos ejemplos excelentes que ilustran esta tendencia, pero los GIS aún no han tenido el impacto que propone Crampton. Véanse: Nato Thompson y Independent Curators International.;Richard E. Peeler Art Center.;Rochester Art Center (Minn.); Albuquerque Museum.; Colby College., Experimental geography (Brooklyn N.Y.; New York: Melville House; Independent Curators International, 2008). Y: Nato Thompson, Living as form: socially engaged art from 1991-2011 (New York, N.Y.; Cambridge, Mass.; London: Creative Time; MIT Press, 2012).

11 Extradisciplinariedad en el sentido que propone Brian Holmes en el artículo: Brian Holmes, «Investigaciones extradisciplinares. Hacia una nueva crítica de las instituciones | eipcp.net», s. f., http://eipcp.net/transversal/0106/holmes/es. Es decir, salir de los límites para volver a entrar con la experiencia renovada en otros contextos.